No més complicitats amb Isrel

diumenge, 18 d’agost del 2013

"Por favor, cuéntalo en tu país"



Quizás hoy sea un día para no dar cifras, aunque las cifras se impongan. Hebrón (ciudad palestina), o Al Jalil en árabe, nos ha roto un poco por fuera y mucho por dentro. Podríamos decir que un “ejército” de 1.200 soldados israelíes custodian a 800 colonos (aunque en sabbath o en alguna fiesta doblen la cifra); podríamos decir que más de 130 check point controlan cada movimiento de los palestinos en lo que fue su ciudad.  Pero la historias de Hebrón, o Al Jalil, se puede buscar en los libros.
Hoy es un día para hablar de personas. Personas como Walid Abu Halaweh, miembro de Hebron rehabilitation center. Walid, palestino nacido en Hebrón,  ha decidido pasar por encima del miedo y contar la historia de su ciudad a todo aquel que quiera escuchar. Esto, que a primera vista, no debería suponer absolutamente nada,  puede llevarle a la cárcel. Pero Walid hace tiempo que decidió pasar por encima del miedo. Se arriesga cada día para que gente como nosotros sepamos lo que está ocurriendo allí.
Y es fácil saberlo cuando lo primero que te dice Walid es “saludar a las cámaras, nos están grabando) .  Los israelíes han partido Hebrón en dos: la llamada H1(la zona que les queda a los palestinos) y la H2 (la zona ocupada por los colonos). Aún así su presencia se hace notar en toda la ciudad.
Los soldados, los controles, las casas tapiadas, las calles semidesiertas, los antiguos comercios palestinos cerrados, las pintadas en las puertas señalando que aquí todavía vive una familia palestina, los niños que te miran con recelo y los adultos que te “invitan” a marcharte, las torres de control, los carteles explicando su versión de la historia, los colonos armados (merece la pena pararse un segundo para explicar que los civiles israelíes que han ocupado los antiguos hogares de los palestinos van armados y pueden disparar en “teórica” defensa propia)…esto es, para nosotras la zona H2.
Las historias de resistencia, calles tapiadas, decenas de comercios a punto de echar el cierre por falta de clientes, niños que no temen al diferente y adultos  que te invitan a entrar en sus casas, falsos techos que cubren una calle donde la planta baja es palestina y la primera planta es israelí. Agua estancada, basura sin recoger, mínimos accesos a casi ningún servicio… Y asfixia, mucha asfixia… esto es, para nosotras la zona H1.
Porque quizás, y siempre quizás, las historias se cuentan a través de los que las viven; y esto puede que no sea más que nuestro punto de vista, pero eso es lo que nos demandan  y lo que nos piden los palestinos. “Ven, vívelo y cuéntalo en tu país”. Y  no nos piden nada más, sólo ven, vívelo y cuéntalo en tu país. Y por eso, sólo por eso, escribimos hoy estas líneas.
María y Arantza

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