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dijous, 28 de juliol del 2011

Miércoles 26

Hebrón nos espera dormida. Pero no duerme porque hayamos madrugado demasiado, ni porque hoy sea sábado. Hebrón duerme desde hace años porque no puede hacer otra cosa. Las calles que siempre fueron el centro comercial de la ciudad, el mercado de más de medio millón de palestinos, el bullicio y el olor de la ciudad más grande de Cisjordania, hoy están muertas.



Hebrón tiene más de 5.300 años de historia, lo que la convierte en una de las ciudades más antiguas del mundo. Allí se encuentra la Tumba de los Patriarcas, el segundo lugar sagrado del judaísmo. Hace 500 años, una comunidad grande de judíos se instaló en Hebrón y convivieron durante siglos con los musulmanes hasta que en la matanza del 29 fueron masacrados y expulsados por los árabes.

Todo esto nos lo cuenta Noah, el primo de Itamar, que pertenece a la organización Breaking the silence. Se trata de una organización de ex soldados que sirvieron en el ejército israelí durante la segunda Intifada y que ha asumido el compromiso de dar testimonio al público israelí acerca de la vida cotidiana de los Territorios Ocupados. El objetivo fundamental de Breaking the silence es suscitar un debate público acerca del coste moral que la sociedad israelí está pagando por una realidad en la que los jóvenes soldado se enfrentan diariamente a la población civil palestina, controlándola. Estos tours por Hebrón son una de las actividades que organizan, pues la ciudad refleja el conflicto y la ocupación como ninguna otra en Cisjordania.



Según nos cuenta Noah, cuando en 1967 comenzó la ocupación, hubo muchos judíos que quisieron volver a Hebrón. Ante las negativas del gobierno, grupos de judíos extremistas liderdos por mujeres y niños, comenzaron a ocupar algunos edificios en la ciudad. Hebrón cuenta hoy con uno de los primeros asentamientos de colonos, que comenzó a constuir el gobierno como respuesta a la muerte de un estudiante judío en el mercado central. En 1994, un médico judío fue a la Tumba del Patriarca y mató a 29 palestinos. Pequeñas luchas entre palestinos y judíos se iban repitiendo en el centro de la ciudad, hasta que en 1997 el Primer Ministro Israelí y Yasir Arafat, lider palestino, decidieron dividir a Hebrón en dos zonas: H1 (zona palestina) y H2 (zona israelí). El H2 cuenta sólo con el 3% del territorio, pero incluye todos los edificios importantes y la gran parte del centro histórico.

Hoy en día 7000 judíos viven en los asentamientos del este, y casi 800 colonos ocupan el centro de la ciudad. Para proteger a estos últimos, hay 600 soldados en el centro de Hebrón que tienen una orden clara: hacer que los palestinos se sientan presionados.



Esto, sumado a la violencia constante de los colonos que tiran piedras y destruyen las propiedades palestinas, y controlado por la Política de Separación del ejército, convierten al centro de Hebrón en esa ciudad dormida. Por miedo a la respuesta palestina a la matanza de 1994, se declaró durante 3 meses en la zona árabe el toque de queda, que hoy en día sigue rigiendo el H1 un tercio de los días del año. La armada creó zonas en la que los palestinos no pueden entrar, existiendo tres niveles de separación: Zonas donde los palestinos no pueden conducir sus coches, lo que les obliga a caminar grandes distancias hasta llegar a sus casas; zonas donde los palestinos no pueden abrir sus tiendas, y que afecta a las principales zonas comerciales de la ciudad; y zona donde los palestinos no pueden andar por la calle, lo que obliga a muchas familias a desplazarse por las azoteas hasta sus casas.

En 1967 había 37.000 palestinos en la ciudad vieja. Hoy, el 42% de las casas están vacías, y sólo el 27% de las tiendas permanecen abiertas. Parece que el pueblo palestino se ha acostumbrado ya a esta persecución constante y ha adoptado la sumisión como única forma de supervivencia. Los ejemplos que nos dio Noah llegan a ser escalofriantes, como las calles desiertas del mercado que cada vez son más, y que sólo atraviesa algún coche israelí de vez en cuando. Los soldados con el tiempo van desplazando a los palestinos y la ilegalidad de los asentamientos ya nadie la cuestiona.
La policía palestina no puede entrar en Hebrón, y tanto la policía israelí como el ejército sólo están allí para proteger a los colonos, lo que deja a los palestinos sin protección. Los robos, las violaciones, la violencia entre los propios palestinos aparecen en esta ciudad sin ley, en la que ya nadie quiere vivir. Las pocas familias que quedan en el centro son los pobres de los pobres, que no tienen ningún otro lugar al que ir.



Entre la extendida sumisión también hay cabezas que no se agachan. Una es la de Isaa, joven que ha conseguido ganarse el respeto de los soldados y conoce muy bien la ley militar. Por su activismo pacífico ha sido detenido 15 veces, pero según sus palabras “estoy haciendo esto porque necesitamos a alguien que haga esto”. Desde hace unos años ha creado un centro social, que el año pasado desde Pau Ara ayudamos a reconstruir, en el que trabaja para dar herramientas a los jóvenes y a las mujeres mediante clases de inglés y ebreo, fotografía, edición, temas legales, etc. Allí descansamos un rato después del tour por Hebrón mientras nos explicaba todos los los problemas a los que se tiene que enfrentar cada día, pero eso sí, con una sonrisa en la cara.

Después de varios problemas con los soldados para regresar a la zona árabe, volvimos a la furgoneta y comimos un falafel de vuelta a Jerusalem. Al llegar, tuvimos unas horas para recorrer el centro de la ciudad y hacer algunas compras y por la tarde nos encontramos con Maya para ir a las oficinas del ICAHD, donde Ivonne, una activista feminista nos habló del papel de la mujer en el conflicto.

Al acabar la charla, fuimos a cenar a un restaurante japonés para variar un poco la dieta de humus y falafel a todas horas, y acabamos el día tomando algo en un bar de la zona israelí.

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