CATALÀ:
Després
de gaudir d'un descans més llarg del que hem estat acustomades en el
transcurs del viatge, comencem una nova aventura direcció la Vall
del Jordà deixant Betlem a les nostres esquenes.
Uns metres
més endavant veiem diferents terrenys destinats a l'agricultura dels
colons com si d'oasis es tractessin. Són plantacions perfectament
distribuides dintre les extenses parcel·les creant línies infites
d'arbres, com plataners, olivers, tarongers, vinyes i dàtils.
Aquestes estan protegides per valles elèctriques crean un continu
perill fins el punt que nens i nenes d'una escola han arribat a tenir
diferents accidents amb elles. Passat aquest oasi veiem una extensió
desèrtica limitada per muntanyes a l'horitzó. Aquest fet demostra
com l'aigua juga un paper clau en l'economia fent que els palestins
treballin les seves terres per a subsistir ells mateixos i en canvi
els colons puguin vendre les seves produccions.

Després
d'aquesta breu introducció a l'associació hem anat amb l'autobús
en direcció nord, passant per Hamra, Khirbet Humsa, entre altres,
per a conèixer una mica més la Vall del Jordà mentre en Rasheed
ens explicava una història d'un adolescent palestí de 17 anys que
els soldats d'Israel van matar pel simple fet de caminar direcció un
checkpoint amb una ampolla d'aigua a les seves mans. Els militars van
disparar al noi perquè es pensaven que duia una arma, però en
comptes de demanar-li què portava, de fer-lo parar o disparar-lo
però sense matar-lo perquè no s'escapés, van obtar per disparar-lo
amb intenció de treure-li la vida. Aquesta acció demostra que
Israel no considera la vida d'un palestí com la de qualsevol altre
humà.
Més tard,
ens parem davant d'una casa, situada al costat del checkpoint de
Hamsa, reconstruida pel Jordan Valley Solidarity que fa un any va ser
enderrocada pels militars d'Israel. L'associació ha aconseguit
proporcionar electricitat, aigua i una carretera asfaltada a la
familia. La casa està situada sobre una vall, punt estratègic per
als israelians fent que sempre estiguin en el punt de mira.
Al tornar
a la casa on ens allotgem, dins la comunitat de Fasayil, ens trobem
amb un fet no esperat. Com a grup volíem anar a jugar a futbol amb
les criatures i membres de la comunitat, però quan ja ens dirigíem
al carrer han frenat a les noies amb la finalitat de no deixar-les
jugar. Dins la comunitat no està ben vist que una noia jugui a
futbol ni que es passegi pel poble sense presència masculina. Per a
totes nosaltres ha estat un xoc ja que hem viscut personalment aquest
tracte inferior cap a les dones.
Amb tot el
que hem vist i viscut aquests últims dies ens preguntem quin és el
límit de l'ésser humà. Fins a quin punt ha de patir una persona
per a que una altra es senti realitzada, com moltes vegades la
diferent provinença de països impedeix la vivència comunitària i
sobretot com la religió pot afectar a la humanitat.
Catrin i Guillem
CASTELLANO:
Día 6: La Valle del Jordan, día de contrastes
Después
de disfrutar de un descanso más largo de lo que estamos
acostumbrados en el transcurso del viaje, empezamos una nueva
aventura dirección el Valle del Jordan dejando Belén a nuestras
espaldas.
El Valle
del Jordan está situado al este de Palestina, haciendo frontera con
Jordania. Representa un 28% de toda Cisjordania y tiene unos 65.000
habitantes palestinos y unos 65.000 israelís colonos, repartidos en
37 colonias. Está dividida en diferentes zonas, el área A y B (A
siendo de control palestino total y B siendo de control
administrativo palestino y de control militar israelí) comprenden
solo un 6,6% y en cambio el área C (controlada militarmente y
administrativamente por Israel) un 93,4%. Además, un 57% de todo el
territorio es zona militar, queriendo decir que no solo la utilizan
para controlar a los autóctonos sino que aprovechan para hacer sus
prácticas militares, desde hacer incursiones hasta pruebas de armas.
Dentro de
la Valle del Jordan podemos ver los cambios drásticos de un lado al
otro de la carretera. Por ejemplo, a nuestra derecha vemos un
asentamiento de colonos y al otro lado vemos una comunidad palestina.
Una de las grandes diferencias que vemos a primera vista es el tipo
de infraestructura de los edificios. Los colonos disponen de
alojamientos desarrollados y con las necesidades básicas cubiertas.
En cambio, las comunidades palestinas estan compuestas de
alojamientos precarios y en todos los casos sin lo necesario para
vivir. Este hecho sucede porque en toda el área C los palestinos no
tienen los permisos de construcción ya que la administración esta
controlada por Israel. En muchos casos estas casas precarias son
derribadas por bulldozers hasta el punto que una casa ha
sufrido 5 demoliciones. Este hecho lleva a que muchos autóctonos
decidan irse dejando la unidad familiar.
Aún
siendo la principal diferencia, también podemos ver como la
vegetación entre unos y otros es distinta a causa de la distribución
del agua. Las colonias poseen agua ilimitada y en cambio los
autóctonos pueden pasar días, incluso semanas sin ella. Este hecho
se produce a causa del robo de pozos y manantiales. Por eso podemos
ver como el color predominante en los asentamientos es el verde de la
vida y en cambio en territorio palestino es el marrón de la pobreza.
Unos
metros más adelante vemos diferentes terrenos destinados a la
agricultura de colonos como si de oasis se tratasen. Son plantaciones
perfectamente distribuidas dentro de extensas parcelas creando
infinitas líneas de árboles, como plataneros, oliveros, naranjeros,
viñales y dàtiles. Éstas están protegidas por vallas eléctricas
creando un continuo peligro hasta el punto que niños y niñas de
escuelas próximas han llegado a tener accidentes con ellas. Pasado
éste oasis vemos una extensión desértica limitada por las montañas
en el horizonte. Esto demuestra como el agua juega un papel clave en
la economía haciendo que los palestinos trabajen sus tierras para
subsistir y en cambio los colonos puedan vender todas sus
producciones.
Prosiguiendo
con el viaje percibimos como los carteles simbolizan de diferentes
formas el mensaje que interesa dar a Israel. Hasta ahora todos los
carteles que habíamos visto estaban escritos en tres idiomas y en un
orden concreto: árabe, hebreo y inglés. Pero al entrar en el área
C, la mayor parte del territorio, todo cambia. El primer idioma en
los carteles pasa a ser el hebreo, siguiendo con el árabe y acabando
en inglés. Esto nos remarca cómo de claro quieren dejar a quien
pertenece el poder en el territorio. Otro tipo de carteles son los
que encontamos al entrar en el área A. Por su gran dimensión y su
color, el rojo, es imposible no verlos. Lo que encontramos escrito
es: “Ésta carretera se dirije hacia el área A bajo control de
la Autoridad Palestina, por eso queda prohibida la entrada a los
ciudadanos israelís, ya que es peligroso para vuestras vidas y va en
contra de la Ley de Israel”, que parece que
relaciona a los palestinos con terroristas y / o gente peligrosa.
Una vez llegados a nuestro destino, nos encontramos con Rasheed,
miembro de la asociación Jordan Valley Solidarity que nos hace una
pequeña introdución de quiénes son y qué hacen. Des de hace unos
años trabajan para protejer la existencia de Palestina ayudando a
aquellos habitantes del Valle del Jordan que lo necesitan. Un ejemplo
de su trabajo y que hemos podido ver con nuestros propios ojos es la
reconstrucción de 50 casas, una escuela y una clínica, dando la
posibilidad de vivir y haciendo referencia a su lema: “Existir, es
resistir”.
Después de ésta breve intruducción de la asociación hemos ido en
autocar en dirección norte, pasando por Hamra, Khirbet Humsa, entre
otros, para conocer un poco más del Valle del Jordan. Mientras
Rasheed nos explica una historia de un adolescente palestino de 17
años que los soldados de Israel mataron por el simple hecho de
anadar dirección un checkpoint con una botella de agua en sus manos.
Los militares dispararon al chico porque pensaban que llevaba un arma
encima, pero en lugar de pedir lo que llevaba, de hacerlo parar o
dispararlo sin matarlo para que no se escapase, obtaron por
dispararlo con la intención de quitarle la vida. Esta acción
demuestra que Israel no considera la vida de un palestino como la de
cualquier otro humano.
Más tarde, nos paramos en una casa, situada al lado del checkpoint
de Hamra, reconstruida por el Jordan Valley Solidarity que hace un
año que fue destruida por miltares de Israel. La asociación ha
conseguido proporcionar electricidad, agua y una carretera esfaltada
a la família. La casa está situada encima de un valle, punto
estratégico para los israelís, haciendo así que siempre estén en
el punto de mira.
Al volver a la casa donde nos huespedamos nos encontramos con un
hecho no esperado. Como grupo queríamos ir a jugar a fútbol con los
niños y miembros de la comunidad, pero cuando nos dirigíamos a la
calle frenaron a las chicas con la finalidad de no dejarles jugar.
Dentro de la comunidad no está bien visto que una chica juega a
fútbol ni que se pasee por el pueblo sin presencia masculina. Para
todas nosotras ha sido una sorpresa ya que hemos vivido personalmente
éste trato inferior hacia las mujeres.
Con todo lo que hemos visto y vivido estos últimos días nos
preguntamos cuál es el límite del ser humano. Hasta qué punto ha
de sufrir una persona para que otra se sienta realizada, cómo muchas
veces la diferencia de dónde venimos impide la vida en comunidad y
sobretodo, como la religión puede afectar a la humanidad.
Catrin y Guillem
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