Volvemos a madrugar para dirigirnos al este, al Valle del Jordán, un paisaje casi desértico donde viven grandes comunidades de beduinos. Los beduinos solían ser pastores nómadas que se desplazaban libremente por el territorio palestino y jordano, pero esto cambió cuando los colonos empezaron a ocupar las tierras por las que conducían sus rebaños y les obligaron a asentarse en pequeñas comunidades. Hoy en día viven en condiciones de extrema pobreza y paulatino aislamiento, careciendo de una red de electricidad y agua y acosados por los asentamientos colonos.
A nuestra llegada a la primera aldea que visitamos tuvimos un caluroso recibimiento por parte de sus habitantes y sobre todo de los niños y niñas del pueblo. Allí estuvimos transportando ladrillos de adobe para la construcción de una casa. Después de dos horas y un delicioso té con menta nos dirigimos a la casa donde nos hospedaríamos por la noche. Desde allí un grupo de cuatro personas fueron conducidos en tractor hasta otra aldea donde nos recibieron muy hospitalariamente invitándonos a más té. Después subimos hasta un monte donde recogimos tierra arcillosa con la que fabricar adobe para hacer ladrilllos. Volvimos también en tractor a la casa de la que habíamos partido para unirnos al resto del grupo, el cual se afanaba en las tareas propias para fabricar los ladrillos, que consisten en mezclar la tierra con excrementos de ganado y paja mediante el pisado de dichos materiales. Una vez terminadala mezcla llenamos los moldes para fabricar los ladrillos. Despues de hacer una decena de estos formamos una cadena humana para transportar tierra al tejado de la casa para ser restaurado. Al finalizar esta última tarea fuimos conducidos en varios grupos a otra aldea donde pasaríamos gran parte de la jornada ayudando a una familia a solar con hormigón y levantar la primera línea de la estructura de lo que será una casa. El trabajo se hace con la mayor discreción para no alertar a los colonos que ocupan sus tierras y que avisan a los militares a la mínima sospecha, como pudimos comprobar esa misma noche, ya que estas construcciones carecen de permisos que el gobierno isrraelí deniega reiteradamente en los territorios ocupados palestinos dificultando aún más sus ya maltrechas condiciones de vida.Ya caída la noche una gran parte del grupo se dirigió de nuevo a la primera aldea para dar un último empujon transportando ladrillos mientras otro grupo más reducido se quedaba dando los últimos retoques al suelo y la estructura que se habían estado construyendo por la tarde. Este grupo fue testigo de cómo se hacían realidad los peores temores a los que se enfrentan los habitantes de estas aldeas. Como anteriormente hemos comentado, pudimos comprobar el acoso al que son sometidas estas gentes por parte de los colonos que ocupan sus tierrras. Dichos colonos al ver luz avisaron a los militares que interrogaron a un chaval palestino que nos había estado ayudando en la obra y que, al verse intimidado por los militares, confesó que habían estado construyendo una edificación sin permiso y ayudados por extranjeros. Los militares al oír esto pidieron interrogar al grupo de extranjeros, que éramos algunos de los que nos habníamos quedado. Para no desarmar nuestra cuartada tres de los que estaban más limpios se dirigieron a hablar con los militares y convencerles de que lo que estabámos haciendo allí era una visita guiada con un grupo de ayuda social de la zona. Tras volver los tres compañeros y tras un tiempo de espera con las familias visiblementes nerviosas, los militares que estaban apostados en la carretera. En ningún momento entraron a la aldea, decidieron retirarse y dejarnos tranquilos pudiendo de esta forma marcharnos acabando así un largo día de trabajo e intensas emociones.
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